Soneto LVI (Pablo Neruda.)
SONETO LVI
Pablo Neruda.
Acostúmbrate a ver detrás de mí la sombra
y que tus manos salgan del rencor,
transparentes,
como si en la mañana del mar fueran creadas:
la sal te dio, amor mío,
proporción cristalina.
La envidia sufre, muere,
se agota con mi canto.
Uno a uno agonizan sus tristes capitanes.
Yo digo amor,
y el mundo se puebla de palomas.
Cada sílaba mía trae la primavera.
Entonces tú,
florida,
corazón, bienamada,
sobre mis ojos como los follajes del cielo eres,
y yo te miro recostada en la tierra.
Veo el sol trasmigrar racimos a tu rostro,
mirando hacia la altura reconozco tus pasos.
Matilde,
bienamada,
diadema,
bienvenida!
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